Se le considera uno de los miembros destacados
de la llamada escuela
analítica. La tesis central de la filosofía
analítica es que la mente humana no puede alcanzar ningún esquema central que explique al
universo, es decir, que la metafísica es imposible. La filosofía debe limitarse a la consideración de
problemas lógicos y metodológicos.
Influenciado
por el pensamiento dijo que el pensamiento critico no sirve de nada Wittgenstein sobre el lenguaje y conocido principalmente por su crítica al dualismo cartesiano,
para el cual acuñó la frase "el fantasma en la máquina". Se refirió a
algunas de sus ideas como "conductistas" que si bien deben
confundirse con la Psicología conductista de Burrhus Frederic Skinner. F.
Skinner y John Broadus Watson John B. Watson, si sostienen su postulado de la
caja negra donde no podemos referirmos sino a conductas observables cuando nos
referimos al cuerpo, del cual no podemos inferir ciertamente procesos mentales.
Desde 1947 a
1971 fue el editor de la revista Mind.
Investigación
científica
Durante
la Segunda
Guerra Mundial trabajó
en la realización de un equipo de radar en el Telecommunications Research
Establishment de Swanage de Dorset.
En 1945 obtuvo una beca para formar parte del Laboratorio
Cavendish de la Universidad
de Cambridge, donde inició sus primeros trabajos en el camp de las
señales de radio extraterrestres y en el desarrollo de telescopios más avanzados, con utilización de los
principios del radar, convirtiéndose en uno de los principales impulsores en la
creación y mejora de la interferometría astronómica y de la síntesis
de obertura, que ha contribuido a aumentar la calidad de los datos
astronómicos de radio.
Entre 1948 1959 simultaneó su cátedra de física en la Universidad
de Cambridge con la
dirección del Mullard Radio Astronomy Observatory. Sus trabajos se centraron en
el estudio de las ondas de radio procedentes del Sol o de estrellas próximas, que llevaron al
descubrimiento de los quásares.
En estas investigaciones Ryle desarrolló la técnica llamada síntesis de
apertura, con el uso de diversos radiotelescopios instalados a distancias considerables
unos de los otros, dispuestos de manera que se pudiesen conseguir, por el
procedimiento interferométrico, resultados idénticos a los de un solo aparato
gigantesco. Este sistema fue el que facilitó en 1968 el descubrimiento del primer púlsar.
Richard Rorty
Inicios:
Rorty
asistió a la Universidad
de Yale. Pasó el inicio de su carrera tratando de conciliar sus
creencias e intereses personales con la búsqueda platónica de
la verdad.
En su disertación doctoral, "The concept of Potentiality" y en su
primer libro (como editor), "The Linguistic Turn (1967), prevalecía el
modo analítico.
Sin embargo, gradualmente se puso al tanto con el movimiento filosófico
estadounidense conocido como pragmatismo, particularmente con los
escritos de John Dewey, al igual que con el notable
trabajo hecho por filósofos post-analíticos como W.V.O. Quine y Willfrid
Sellars, quienes produjeron un cambio en su pensamiento.
Los
pragmáticos generalmente sostienen que la importancia de una idea debe ser medida
por su utilidad o eficacia para lidiar con un problema dado. Esta noción se
remite, especialmente, a William James, quien, en su libro
"Pragmatismo", estableció que las ideas deben ser consideradas no
cómo válidas en sí mismas sino como "guías para la acción".
La
postura de William James significó un gran cambio dentro del pensamiento
occidental. Su premisa fundamental es el "integralismo". James afirmó
(hacia 1906) que la filosofía occidental no había hecho sino vivir yendo de un
extremo a otro en el entendimiento de la existencia: de Parménides (como algo siempre estático) a Heráclito (como
algo siempre cambiante), de Aristóteles (con su insistencia en lo material como
criterio de verdad) a Platón (con su insistencia en las ideas como parámetro de
lo cierto), de Hegel (con su idealismo) a Comte (con su materialismo). Y así
sin jamás lograr una concepción mesurada de la existencia, donde lo cambiante y
lo estable, lo material y lo abstracto, armonizaran.
Contra
los metafísicos
Las críticas de Rorty se centraron en
cuestionar la filosofía basada en la metafísica que parece obsesionada con ponerse en
un lugar privilegiado desde el cual someter y limitar toda la realidad bajo el
juicio soberano de una razón omnipotente (crítica que inauguró con su best seller de 1979 La filosofía y el espejo de la
naturaleza). Ese modo de hacer filosofía es el que para Rorty termina
divorciándose de la realidad y es el que, finalmente, genera una filosofía que
sólo habla de sí misma y que gira sobre sí misma en una especie de metalenguaje. Rorty aclaró que el problema
lo tienen incluso aquellos que quieren escapar a la metafísica (como Derrida) y que asumen esta tarea con un
dramatismo innecesario. "Derrida habla como si este elegante dilema de
manual fuese real", como si este problema estuviera "haciendo la vida
imposible no sólo a los ingeniosos aficionados a los juegos de palabras como
él, sino al conjunto de la sociedad .
Filosofía literaria
Así aparece el lado más irónico de Rorty
cuando desacraliza el lenguaje de la filosofía y lo empieza a
considerar como un lenguaje más, incluso homologándolo con la literatura. Por ejemplo, Rorty planteó que,
en vez de pensar un tratado sistemático sobre la moral, en la propia literatura
ya es posible encontrar fuentes que sirven para inspirar moralmente. Para ello
tomó como modelo a escritores como Henry James, Marcel Proust y el poeta americano Walt Whitman (no por nada Rorty tenía una cátedra
de literatura en Stanford).
Pero estos temas literarios también tienen
que ver con la fuente de la cual se nutre Rorty: el filósofo Ludwig
Wittgenstein. Sin él, no podría haber dicho frases como la
siguiente: "La física y metafísica que han sido importantes y
revolucionarias han sido siempre 'literarias' en el sentido de que han abordado
el problema de intro ucir una nueva jerga y han dejado de lado los 'juegos de
lenguaje' vigentes" (Essays on Heidegger and others: philosophical papers,
1991, página 99)
O
Puros
juegos de lenguaje
Para Rorty, la expresión 'juegos de lenguaje'
le permite hacer comprender que la filosofía de corte metafísico (la que
estudia las grandes preguntas que buscan distinguir y zanjar lo verdadero de lo
aparente) está destinada al fracaso por culpa de interrogantes e intenciones
que no conducen a nada. Finalmente, para Rorty y para Wittgenstein, los humanos
simplemente nos movemos en el lenguaje y en las prácticas sociales que lo
generan: Preguntarse por los límites o si existe una entidad fuera del tiempo
que sostiene y le da sentido a esos 'juegos de lenguaje' es, o bien, una
práctica inútil, o bien, sólo un juego más. Ideas como estas son las que
hicieron de Rorty un pragmatista que actuaba como una suerte de terapeuta (como Wittgenstein) dedicado a
quitarle a los filósofos el afán de preguntarse por asuntos inefables que están
más allá de la temporalidad.
En lugar de enredarse en eso, Rorty pensaba que el fin de toda investigación
debiera ser "hacernos más felices permitiéndonos afrontar con más éxito el
entorno físico y la convivencia".
Política
La infancia del pragmatista Rorty no fue del
todo tranquila ni en su natal Nueva York ni en Nueva Jersey. Sus padres, simpatizantes del trotskismo, sufrieron toda una paranoia
cuando comenzó la persecución estalinista contra Trotski y después al vivir de
cerca la cacería que hizo el macartismo al comunismo.
Esta herencia ideológica explica en parte que Rorty fuera crítico del giro que
ha tenido la política norteamericana hacia la derecha. Junto con rechazar la
invasión de Irak,
reconoció que eventos como los ataques terroristas del 11 de septiembre son la
excusa perfecta para que personajes como Bush puedan llevar a que Estados Unidos sea
dominado por un nuevo fascismo.
LA FILOSOFIA
COMO ESPEJO DE LA NATURALEZA
En la introducción de su famosa obra “La
filosofía como espejo de la naturaleza”, publicada en 1979, el filósofo estadounidense Richard Rorty (1931 –
2007) traza las líneas generales que sigue con dicha obra.
Considera que ya desde Kant la Filosofía se ha visto a sí misma como la
disciplina a la que corresponde determinar la legitimidad de todas las
pretensiones de conocimiento, tanto de la ciencia, como de la moral, el arte o
la religión, debido a que se atribuye a sí misma una comprensión especial de la
naturaleza del conocimiento y de la mente.
La aspiración de conocer los fundamentos mismos del conocimiento llevó a la
Filosofía a investigar los “procesos mentales”, así como las “actividades de
representación” que a su juicio los hacen posibles. Su preocupación central fue
elaborar una teoría general del conocimiento, posibilidad que descansa sobre la
idea de que conocer es representar con precisión en nuestra mente lo que está
fuera de ella. Por ello la idea de filosofía como “espejo de la naturaleza”,
que contiene representaciones susceptibles de ser estudiadas mediante métodos
puros, no empíricos.
Es en este sentido en que la noción de “mente” como “espejo” hace posible la de
“conocimiento” como representación precisa del mundo. Como elemento adicional,
debe tenerse en cuenta también la estrategia que de Descartes a Kant intentó
depurar las representaciones inspeccionando, reparando y limpiando el espejo.
Sin estos conceptos, los intentos de la filosofía del siglo XX, desde el
análisis conceptual de los analíticos al análisis fenomenológico de Husserl,
carecen de todo sentido.
En palabras de Rorty: “El objetivo del libro es socavar la confianza del
lector en “la mente” como algo acerca de lo cual debemos tener una visión
filosófica, en “el conocimiento” como algo acerca del cual debemos tener una
teoría y que tiene cimientos, y en la “filosofía” como ha sido concebida desde
Kant.
En “La
filosofía y el espejo de la naturaleza” desmonta la estructura
conceptual en la que se había basado la epistemología tradicional. Rorty rompe
con el concepto de mente-espejo, con la idea de la mente como el espacio en el
que se producen las representaciones como reflejos especulares de la realidad.
Para Rorty el término mente-espejo, así como el resto de los conceptos sobre
los que se ha asentado la epistemología tradicional, no es más que un conjunto
de metáforas creados para legitimar y fundamentar esta teoría del conocimiento
existente. Sin embargo, desde un punto de vista pragmático, estos conceptos no
son útiles, ya que generan más problemas de los que resuelven.
Con
este planteamiento, Rorty, disuelve el pensamiento fuerte y objetivo, en una
pluralidad de visiones del mundo sin más fundamento que su propio contexto, el
hecho de haber surgido desde intereses y situaciones diferentes. Así Rorty se
abre a la interpretación como único discurso posible, a la ironía como forma de
describir los estados de cosas aunque no fundamentarlos, a la literatura como
forma de expresión de los sentimientos humanos más nobles y única guía para
vivir en un mundo mejor.