Ludwig Wittgenstein
Ludwig Josef Johann Wittgenstein (Viena, Austria, 26 de abril de 1889 — Cambridge, Reino Unido, 29 de abril de 1951) fue un filósofo, matemático, lingüista y lógico austríaco, posteriormente nacionalizado británico. En vida publico solamente un libro: el Tractatus logico-philosophicus, que influyó en gran medida a los positivistas lógicos del Círculo de Viena, movimiento del que nunca se consideró miembro. Tiempo después, el Tractatus fue severamente criticado por el propio Wittgenstein en Los cuadernos azul y marrón y en sus Investigaciones filosóficas, ambas obras póstumas. Fue discípulo de Bertrand Russell en el Trinity College de Cambridge, donde más tarde también él llegó a ser profesor. Murió cerca de Elizabeth Anscombe, quien se encargó de que recibiera los auxilios de la Iglesia.
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Sus abuelos paternos, Hermann Christian y
Fanny Wittgenstein (que era una prima primera del famoso violinista Joseph Joachim2 ), eran ambos nacidos en familias judías pero más tarde convertidas al protestantismo, y después
de que se trasladaran de Sajonia a
Viena en los años 1850, se asimilaron a las clases profesionales protestantes vienesas.
El padre de Ludwig, Karl Wittgenstein, se
convirtió en un industrial e hizo su fortuna con el hierro y el acero. A
finales de los años 1880, Karl controlaba un monopolio efectivo
sobre los recursos del hierro y el acero dentro del imperio y fue uno de los
hombres más ricos del mundo.1 Finalmente, Karl transfirió mucho de
su capital a propiedades inmobiliarias, acciones de capital, metales preciosos
y reservas de divisas extranjeras, que estaba esparcido a través de Suiza,
Austria, los Países Bajos y América del Norte. Por consiguiente, la riqueza
colosal de la familia fue aislada de las crisis de inflación que siguieron en
los años posteriores.
La madre de Ludwig,
Leopoldine Kalmus, nació de un padre judío y una madre católica, y era una tía
del ganador del premio Nobel Friedrich Hayek por parte materna. A pesar de la
conversión al protestantismo de sus abuelos paternos, los hijos de los
Wittgenstein fueron bautizados
Ludwig
Wittgenstein murió en Cambridge, en casa de su médico, el 29 de abril de 1951,
tras negarse a recibir tratamiento médico contra el cáncer de
próstata que sufría.
Se encontraba trabajando en un manuscrito que analizaba los supuestos y
condiciones de la certeza, publicado de manera póstuma por la heredera de sus
trabajos, Elizabeth
Anscombe, bajo el título Sobre
la certeza. Se dice que sus últimas palabras fueron: "Diles que mi
vida fue maravillosa.
Pensamiento
El pensamiento filosófico de Wittgenstein suele dividirse
en dos períodos: el primer período gira en torno a su primer trabajo
importante, publicado en 1923: el Tractatus logico-philosophicus. Luego de su publicación,
Wittgenstein dejó la filosofía, creyendo haber resuelto todos los problemas
filosóficos. Varios años después, tras algunos traspiés, Wittgenstein volvió a
enseñar y filosofar, pero con un espíritu muy distinto al que guio su trabajo
anterior. De este segundo período resultaron las Investigaciones filosóficas, publicadas de manera póstuma
en 1953. Estos dos trabajos son tan diferentes, que a veces se habla de un
"primer Wittgenstein" o "Wittgenstein del Tractatus",
y de un "segundo Wittgenstein" o "Wittgenstein de las Investigaciones".
Primer Wittgenstein: el Tractatus logico-philosophicus
El Tractatus logico-philosophicus fue el primer libro escrito por Wittgenstein y el único que él vio publicado en vida. La primera publicación fue en la revista alemana Annalen der Naturphilosophie (XIV, 3-4, págs. 185-262), bajo el título Logisch-Philosophische Abhandlung. Un año más tarde (en 1922) aparecería la primera edición bilingüe (alemán-inglés) en la editorial Kegan Paul de Londres, acompañado de una introducción de Bertrand Russell, y ya bajo el título en latín con el que más se lo conoce. Es el principal texto en que Wittgenstein expresa su pensamiento del llamado "primer período".
El Tractatus es un texto complejo que se presta a
diversas lecturas. En una primera lectura, se presenta como un libro que
pretende explicar el funcionamiento de la lógica(desarrollada
previamente por Gottlob Frege y por Russell, entre otros), tratando
de mostrar al mismo tiempo que la lógica es el andamiaje o la estructura sobre
la cual se levanta nuestro lenguaje descriptivo (nuestra ciencia) y nuestro
mundo (que es aquello que nuestro lenguaje o nuestra ciencia describe). La
tesis fundamental del Tractatus es esta estrecha vinculación
estructural (o formal) entre lenguaje y mundo, hasta tal punto que: «los
límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo» (Tractatus: § 5.6).
En efecto, aquello que comparten el mundo, el lenguaje y el pensamiento es la forma lógica (logische Form), gracias a la
cual podemos hacer figuras del mundo para describirlo.
En
el Tractatus, el mundo (Welt),
es la totalidad de los hechos, es decir, de lo que es el caso (lo que acaece,
lo que se da efectivamente) (Tractatus: §§ 1-2). Los hechos son
"estados de cosas" (Sachverhalt), o sea, objetos en cierta
relación (Tractatus: §§ 2-2.01). Por ejemplo, un hecho es que el libro
está sobre la mesa, lo cual se revela como una relación entre "el
libro" (que podemos llamar objeto "a") y "la mesa"
(que podemos llamar objeto "b"). Según Wittgenstein, los hechos
poseen una estructura lógica que permite la construcción de proposiciones que
representen o figuren (del alemán Bild)
ese estado de cosas. "El libro está sobre la mesa", trascrito a
lenguaje lógico, se expresa: "aRb". Al igual que un hecho es una
relación entre objetos, una proposición será una concatenación de nombres (los
cuales, obviamente, tendrán como referencia los objetos). Para Wittgenstein el
lenguaje descriptivo funciona igual que una maqueta, en la cual representamos
los hechos colocando piezas que hacen las veces de los objetos representados.
En el Tractatus, el
lenguaje está formado fundamentalmente por nombres (hablamos, naturalmente, del
lenguaje una vez que es analizado lógicamente).
De
esta idea tan fundamental extrae Wittgenstein toda su teoría de la figuración
(o de la significación) y de la verdad. Una proposición será significativa, o
tendrá sentido (del alemán Sinn),
en la medida en que represente un estado de cosas lógicamente posible. Otra
cosa distinta es que la proposición sea verdadera o falsa. Una proposición con
sentido figura un estado de cosas posible. Para que la proposición sea
verdadera, el hecho que describe debe darse efectivamente (debe ser el caso).
Si el hecho descrito no se da, entonces la proposición es falsa. Pero en este
caso, sea falsa o sea verdadera, la proposición tiene sentido, porque describe
un estado de cosas posible. «El mundo es todo lo que sea el caso» (Tractatus:
§ 1); la realidad (Wirklichkeit) será la totalidad de los hechos
posibles, los que se dan y los que no se dan (Tractatus: § 2.06 y §
2.202).
Otra tesis fundamental del Tractatus es la identidad entre el lenguaje significativo y el
pensamiento, dando a entender que nuestros pensamientos (las representaciones
mentales que hacemos de la realidad) se rigen igualmente por la lógica de las
proposiciones, pues: «La figura lógica de los hechos es el pensamiento» (Tractatus:
§ 3) o «El pensamiento es la proposición con sentido» (Tractatus: § 4).
De este modo, si algo es pensable, ha de ser también posible (Tractatus:
§ 3.02), es decir, ha de poder recogerse en una proposición con sentido (sea
ésta verdadera o falsa). El pensamiento es una representación de la realidad.
La realidad es aquello que se puede describir con el lenguaje (en este sentido,
se aprecia que la realidad en el Tractatus es una imagen que resulta de un lenguaje
descriptivo, y no una realidad
en sí; por eso los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo).
Este
es el modo en que Wittgenstein determina de qué podemos hablar con sentido y de
qué no podemos hablar. Podemos hablar, o sea, decir verdades o falsedades,
siempre y cuando utilicemos el lenguaje para figurar estados de cosas o hechos
posibles del mundo. Sólo es posible hablar con sentido de la realidad. Este es
el punto en que el Tractatuses
interpretado como abogado del empirismo o como una apología de la ciencia,
ya que sólo la ciencia es capaz de decir algo con sentido; y «De lo que no se
puede hablar, hay que callar» (Tractatus: § 7). Ahora bien, el verdadero
y original pensamiento de Wittgenstein empieza aquí. Si, como dice el Tractatus sólo es posible hablar con sentido de
los hechos del mundo: ¿qué ocurre con los textos de filosofía y, en particular,
con las proposiciones del propio Tractatus?
En efecto, el Tractatus no describe hechos posibles ni hechos
del mundo, sino que habla del lenguaje y de la lógica que rige nuestro
pensamiento y nuestro mundo, etc.
Entra
así en juego la polémica -pero fundamental- distinción entre decir y mostrar que el propio Wittgenstein consideraba
el núcleo de la filosofía. La forma
lógica y la lógica en general
no pueden expresarse, vale decir: no se puede crear una proposición con sentido
en que se describa la lógica, porque la lógica se muestra en las proposiciones con sentido (que
expresan el darse o no darse de un estado de cosas). La lógica está presente en
todas las proposiciones, pero no es dicha por ninguna de ellas. En este sentido:
«La lógica es trascendental» (Tractatus: § 6.13).
La
lógica establece cuál es el límite del lenguaje, del pensamiento y del mundo, y
de ese modo se muestra el propio límite que, obviamente, ya
no pertenece al mundo, quedando fuera de ese ámbito de lo pensable y
expresable. Es por ello que, como indica Wittgenstein: «Hay, ciertamente, lo
inexpresable. Se muestra,
es lo místico» (Tractatus: § 6.522). La tarea de la filosofía es,
entonces, precisamente, llegar hasta los casos límite del lenguaje, donde ya no
hablamos del mundo pero, sin embargo, sí queda mostrado lo inexpresable. Este es el caso de
las tautologías, las contradicciones y, en general, las proposiciones
propias de la lógica.
Análogamente,
tal y como se apunta hacia el final del Tractatus,
la ética (o sea, aquello que trata de hablar sobre lo que sea bueno o malo, lo
valioso, el sentido de la vida, etc.) es también inexpresable y trascendental (Tractatus:
§§ 6.4-6.43). La ética, lo que sea bueno o valioso, no cambia nada los hechos
del mundo; el valor debe residir fuera del mundo, en el ámbito de lo místico.
De lo místico no se puede hablar, pero una y otra vez se muestra en cada uno de los hechos que
experimentamos.
En
una carta que Wittgenstein escribió a su amigo Ludwig von Ficker (hacia 1919),
dice que el sentido último de su Tractatus
logico-philosophicus es
ético; y a continuación añade:
«...mi obra se compone de dos
partes: de la que aquí aparece, y de todo aquello que no he escrito. Y
precisamente esta segunda parte es la más importante. Mi libro, en efecto,
delimita por dentro lo ético, por así decirlo; y estoy convencido de que,
estrictamente, sólo puede delimitarse así. Creo, en una
palabra, que todo aquello sobre lo que muchos hoy parlotean lo he puesto en
evidencia yo en mi libro guardando silencio sobre ello. [...] Le aconsejaría
ahora leer el prólogo y el final, puesto que son ellos los que expresan con
mayor inmediatez el sentido.»
Segundo Wittgenstein: las Investigaciones filosóficas
Las Investigaciones filosóficas son el principal texto en que se
recoge el pensamiento del llamado segundo
Wittgenstein. El rasgo más importante de esta segunda época está en un
cambio de perspectiva en su estudio filosófico del lenguaje. Si en el Tractatus adoptaba un punto de vista lógico para
el escrutinio del lenguaje, este segundo Wittgenstein llega al convencimiento
de que el punto de vista adecuado es de carácter pragmatista: no se trata de buscar las
estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar cómo se comportan los
usuarios de un lenguaje, cómo aprendemos a hablar y para qué nos sirve.
En
las Investigaciones,
Wittgenstein sostiene que el significado de las palabras y el sentido de las
proposiciones está en su función, su uso (Gebrauch) en el lenguaje. Vale
decir que preguntar por el significado de una palabra o por el sentido de una
proposición equivale a preguntar cómo se usa. Por otra parte, puesto que dichos
usos son muchos y multiformes, el criterio para determinar el uso correcto de
una palabra o de una proposición estará determinado por el contexto al cual
pertenezca, que siempre será un reflejo de la forma de vida de los hablantes.
Dicho contexto recibe el nombre de juego
de lenguaje (Sprachspiel).6 Estos
juegos de lenguaje no comparten una esencia común sino que mantienen un
parecido de familia (Familienähnlichkeiten). De esto se sigue que lo
absurdo de una proposición radicará en usarla fuera del juego de lenguaje que
le es propio.
Una
tesis fundamental de las Investigaciones es la imposibilidad de un lenguaje privado. Para
Wittgenstein, un lenguaje es un conglomerado de juegos, los cuales estarán
regidos cada uno por sus propias reglas. El asunto está en comprender que estas
reglas no pueden ser privadas, es decir que no podemos seguir privadamente una
regla. La razón está en que el único criterio para saber que seguimos
correctamente la regla está en el uso habitual de una comunidad: si me pierdo
en una isla desierta, y establezco un juego para entretenerme, al día siguiente
no puedo estar seguro de si cumplo las mismas reglas que el día anterior, pues
bien podría fallarme la memoria o haber enloquecido. Lo mismo ocurre con los
juegos de lenguaje: pertenecen a una colectividad y nunca a un individuo solo.
Esto tendrá importantes consecuencias para la posterior filosofía de la
mente, pues ¿qué sucede con esos términos que refieren a nuestras
experiencias privadas, los llamados términos
mentales, como "dolor"? El significado de la palabra
"dolor" es conocido por todos. Sin embargo, yo no puedo saber si
llamas "dolor" a lo mismo que yo, ya que yo no puedo experimentar tu
dolor, sino solamente el mío. Esto lleva a Wittgenstein a comprender que el uso
de la palabra "dolor" viene asociado a otra serie de actitudes y
comportamientos (quejas, gestos o caras de dolor, etc.) y que sólo en base a
ello terminamos por asociar la palabra "dolor" a eso que sentimos
privadamente.
Por
otro lado, desde esta misma perspectiva, los llamados "problemas
filosóficos" no son en realidad problemas, sino perplejidades. Cuando
hacemos filosofía, nos enredamos en un juego de lenguaje cuyas reglas no están
determinadas, ya que es la propia filosofía la que pretende establecer esas
reglas; es una suerte de círculo vicioso. De ahí que la misión de la filosofía
sea, para Wittgenstein, "luchar contra el embrujo de nuestro entendimiento
por medio del lenguaje".
Diferencias entre el primer y el segundo Wittgenstein
Mientras
que para el primer Wittgenstein había un solo lenguaje, a saber: el lenguaje
ideal compuesto por la totalidad de las proposiciones significativas (lenguaje
descriptivo), para el segundo Wittgenstein el lenguaje se expresa en una
pluralidad de distintos "juegos de lenguaje" (del que el descriptivo
es sólo un caso). Cabe decir que el primer Wittgenstein realza la substitución
"explicativa" frente a la "inductiva" -característica del
segundo Wittgenstein- en una segunda parte más introspectiva del lenguaje
exacto, calificándolo de un modo más adecuado al uso, como se ha dicho del
primer y segundo Wittgenstein; en tanto que la inversión del significado,
inversión producida por la reiteración del significado opuesto al directo,
puede cambiar el contexto de la proposición y asimismo admitirla. Por otra
parte, el primer Wittgenstein definía lo absurdo o insensato de una proposición
en tanto que ésta rebasaba los límites del lenguaje significativo, mientras que
el segundo Wittgenstien entiende que una proposición resulta absurda en la
medida en que ésta intenta ser usada dentro de un juego de lenguaje al cual no
pertenece. De ahí que, para el primer Wittgenstein, el significado estaba
determinado por la referencia, lo que equivale a decir que si una palabra no
nombra ninguna cosa o en una proposición no figura ningún hecho, carece de
significado en tanto que resulta imposible asignarle un determinado valor de
verdad. Pero el segundo Wittgenstein reconoce que en el lenguaje ordinario la
función descriptiva es una de las tantas funciones del lenguaje y que, por
ende, el dominio del significado es mucho más vasto que el de la referencia.
Así, para el segundo Wittgenstein, el sentido de una proposición o el
significado de una palabra es su función, o sea que está determinado por el uso
que se haga de la misma. En síntesis: el criterio referencial del significado
es reemplazado por el criterio pragmático del significado.
En
cuanto a la noción de verdad,
el primer Wittgenstein adopta sin más el criterio correspondentista, puesto
que, en virtud de la relación isomórfica entre lenguaje y mundo, la verdad se
constituye como la correspondencia entre el sentido de (lo representado en) una
proposición y un hecho. Pero dado que el segundo Wittgenstein postula distintos
usos posibles del lenguaje más allá del descriptivo, la aplicación del criterio
semántico de verdad parece quedar restringida al ámbito del lenguaje meramente
descriptivo.
Obras originales
Tractatus
logico-philosophicus (Logisch§-Philosophische Abhandlung). 1921.
§ Algunos comentarios
sobre lógica formal (Some
Remarks on Logical Form). 1929.
§ Los cuadernos azul y marrón (The Blue
and Brown Books). 1935.
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